Me van a perdonar
Pues sí, me van a perdonar. Empiezo con una especie de excusa absolutoria por lo que pueda venir. Ya sabemos que en este país, que algunos empiezan a llamar Españistán, las cosas pueden tener distinta calificación según quién las diga o a quién vayan dirigidas. En unos casos pueden ser delito de lesa humanidad o en otros, simple uso de la libertad de expresión. Allá va: estoy empachado de democracia. Estoy hasta el gorro de escuchar que esto o aquello debe ser permisible o no serlo porque vivimos en un estado democrático. A este paso, en un incendio, los bomberos deberían sentarse a deliberar quién maneja la escalera y quién agarra la manguera. Qué hartazgo. La democracia es otra cosa. Es, por ejemplo, que los funcionarios públicos interioricen que son servidores de la comunidad a la que se deben y destierren gestos y actitudes que sí son propios de otro tipo de regímenes. Que si en algunos casos tienen como misión vigilar el cumplimiento de las leyes tienen la obligación de hacerlo con exquisito respeto a las mismas y con moderación en el uso de las facultades que la normativa pone a su disposición. No les gustaría la violencia policial desproporcionada ¿verdad? Pues ¿qué es si no la actuación de la AEAT, personándose en una boda a fin de, simplemente, comunicar a los novios que no deben abonar el importe de la factura a la empresa suministradora de catering al ser esta deudora de la Hacienda Pública? ¡Entregar una comunicación! Recapitulo por si alguien se ha perdido. Una pareja está contrayendo matrimonio, no son para nada obligados tributarios, se están casando, están viviendo eso que se llama uno de los días más felices de su vida, pero … resulta que aquél que les está sirviendo el banquete de bodas puede tener deudas fiscales y, en consecuencia, dos pajarracos, porque para mí no merecen otra calificación, se sienten legitimados para irrumpir en el acto a fin de entregar una notificación de deudas de terceros. Incluso llamando a la Guardia Civil. Me pongo en el pellejo de los dos números del pueblo llamados ¡a identificar a los novios!
Esto es chulería, esto es matonismo y aquí a estos tipos no les tose nadie. A ellos o a sus jefes responsables de la actuación; la Ministra del ramo, cubriéndose de gloria como en tantas otras ocasiones, les justifica. Y mientras tanto, la Audiencia Nacional dice de la Agencia a la que pertenecen, en Sentencia de 17 de abril de 2019, en un caso en el que retuercen hasta el límite de lo inverosímil la interpretación de la Ley, que sus actuaciones constituyen “el paradigma de la transgresión del principio de confianza legítima”. Y añade cuando la Agencia justifica que no ha impuesto sanción al contribuyente: “No encontramos el calificativo para expresar la sola posibilidad de que el particular pudiera ser sancionado por seguir los dictados de la Administración”.
Llevo muchos años en esto. He visto casos similares. Aquí se critica al Rey, a la Constitución, a los Tribunales, al Constitucional ni les cuento, pero a la Agencia Tributaria… ¿Qué pasa? ¿Faltan lereles?
Rubén Candela Ramos
Asesor Fiscal | economista